Edipo

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Una de las figuras más prominentes de las tragedias griegas. Tiene por bisabuelo a Polidoro, por abuelo a Lábdaco y por padre a Layo. Todos los antepasados de Edipo han reinado en Tebas. La madre de Edipo es esencial en su historia, y se le conoce por diversos nombres. En la Odisea se llama Epicaste, y para los trágicos es Yocasta. En las versiones épicas, se le conoce como Eurianasa o Eurigania. Estas son algunas de diversas leyendas, las que inventan nuevos nombres o hechos o los mezclan entre sí. 

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Una maldición se posó sobre Edipo apenas nació. Según Sófocles, el oráculo afirmó que el hijo de Yocasta asesinaría a su padre. Y según Esquilo y Eurípides, el oráculo habría llegado antes de la concepción de Edipo para evitar que Layo tuviese un hijo, el que no solo lo mataría, sino que hundiría su casa en la desgracia. Layo ignoró las advertencias y con Yocasta concibió a Edipo. 

 

Para impedir que se cumpliera la profecía, Layo le perforó los tobillos para atarlos con una correa. La hinchazón por la herida le valió el nombre al niño, pues Edipo significa “pie hinchado”. Hay dos versiones sobre este episodio. Una cuenta que el niño fue colocado en un cesto y lanzado al mar, cerca de Sición o Corinto. Allí lo encontró la reina Peribea, esposa de Pólibo, y lo crió como uno de los suyos. La otra señala que fue abandonado en el monte Citerón, cerca de Tebas. Lo encontraron unos pastores corintios. Ellos sabían que Layo no tenía hijos, pero deseaba uno. Así que se lo ofrecieron. 

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En la versión de Sófocles, el criado de Layo, encargado de deshacerse del niño, se lo dio a unos pastores extranjeros. Sea como sea, todas las versiones coinciden en el nombre del padre adoptivo de Edipo: Pólibo, también llamado rey de Corinto, de Sición, Antedón o de Platea.   

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Edipo vivió durante su niñez y adolescencia junto a Pólibo, a quien creía su padre natural. Pero una vez que cumplió la edad viril, Edipo abandonó a sus padres adoptivos. La versión más antigua dice que Edipo, en busca de unos caballos robados, había encontrado a Layo, su padre sanguíneo. Otras versiones más extensas explican que por una riña, un corintio insultó a Edipo, revelándole que era adoptado. Edipo interrogó a Pólibo al respecto, quien no tuvo más opción que confesar. Entonces Edipo partió en busca del oráculo de Delfos para averiguar quiénes eran sus verdaderos padres. 

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Edipo se encuentra con Layo, no importa la versión. Sea en Lafistión, en el camino de Orcómeno o en Fócide, en un sitio llamado la encrucijada de Megas, un camino estrecho y entre peñas. Allí, el heraldo de Layo, Polifontes (o Polipetes) ordenó a Edipo que dejara espacio al rey. Al ver que Edipo no obedeció inmediatamente, mató a uno de sus caballos. Edipo, lleno de rabia, mató a Polifontes y a Layo. De esta forma se cumplió la profecía. En esta versión, Edipo regresaba de Delfos, donde le habían revelado que asesinaría a su padre y se casaría con su madre. Espantado, Edipo decidió exiliarse de Corinto. Por eso se encontraba en el camino a Tebas.

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Cuando llegó a Tebas, Edipo se encontró con la Esfinge: un monstruo mitad león, mitad mujer, que hacía acertijos a los viajeros y devoraba a los que no sabían la solución. Usualmente preguntaba: ¿Cuál es el ser que anda con dos, con tres, o con cuatro patas, y que, contrario a la ley general, es más débil mientras más patas tenga? Otro acertijo decía: Son dos hermanas, una engendra a la otra y viceversa, continuamente. ¿Quiénes son? 

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La respuesta al primer acertijo es “el hombre”, porque de niño anda en cuatro patas, de adulto camina en dos y de viejo usa un bastón. La respuesta al segundo acertijo es “el día y la noche” (en griego, el nombre “día” es femenino, por eso el día y la noche son hermanas). Ningún tebano había resuelto estos enigmas, y la Esfinge los devoraba uno tras otro.  

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Edipo resolvió los acertijos al instante, y la Esfinge, despechada, cayó desde lo alto de la roca en que posaba. En otra versión es el mismo Edipo quien arroja a la Esfinge. Y en otra, la Esfinge se establecía en la plaza de Tebas. Los ciudadanos se reunían todos los días para intentar resolver los enigmas, pero siempre fallaban. Por eso, el monstruo devoraba un tebano todos los días. Según ciertos mitógrafos, la Esfinge llegó a devorar a Hemón, hijo de Creonte, hermano de Yocasta.  

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Después de asesinar a la Esfinge, Edipo se ganó el favor del pueblo de Tebas. Fue tanto el furor que se le entregó la viuda de Layo, Yocasta, y llegó a la corona. En la versión en que la Esfinge devora a Hemón, era Creonte quien gobernaba tras la muerte de Layo. Y tras la muerte del monstruo, le entregaba el reino a Edipo en agradecimiento por vengar a su hijo.

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En cierto punto de la leyenda, Yocasta reconoce a Edipo por las heridas en sus tobillos. Este acontecimiento fue modificado por Sófocles, quién la uso como base para su tragedia: Edipo Rey. La tragedia cuenta que una peste se desata en Tebas, y Edipo envía a Creonte a Delfos para interrogar al oráculo. Creonte vuelve con la respuesta: la peste seguirá hasta que se vengue la muerte de Layo. Edipo lanza una maldición contra el asesino, la cual caerá sobre su propia cabeza. Luego, interroga al adivino Tiresias sobre el culpable. El adivino, que por su condición lo sabe todo, no le da una respuesta clara. Esto hace que Edipo piense que Creonte y Tiresias son los asesinos. Esto genera discordia entre Edipo y Creonte. Yocasta interviene para reconciliarlos, y pone en duda la clarividencia de Tiresias. Presenta una prueba, la adivinación anterior sobre el hijo de Layo, hijo que abandonó por miedo a la profecía. Pero a pesar de todo, Layo murió. Murió en el camino, a causa de unos bandidos. Cuando Edipo escuchó esto, pidió a que le describieran la escena, el lugar del crimen e incluso el carruaje del rey. Entonces cayó en la cuenta de una verdad aterradora. ¿Él era el culpable? Edipo ordena a que traigan a los criados que acompañaban a Layo cuando murió, y uno de estos criados resulta ser el pastor que, ordenado por Layo, abandonó a Edipo. Mientras todo esto ocurre, llega un mensajero de Corinto anunciando la muerte de Pólibo y rogándole a Edipo que volviese y ocupara el trono. Edipo y Yocasta piensan que se salvaron del presagio, pues Pólibo murió de forma natural. Pero aún quedaba la otra parte del oráculo: cometer incesto con Peribea. Para tranquilizar a Edipo, el mensajero le dice que Pólibo no era su padre sanguíneo. De esta forma todo quedó claro. Yocasta, que había cometido incesto con su hijo, entró al palacio y se suicidó en el acto. Edipo, devastado, se perfora los ojos con el prendedor de su madre y esposa. 

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En la versión épica de Edipo, el suicidio de Yocasta no interrumpe su reinado. Edipo sigue en el trono hasta su muerte, en una guerra contra Ergino y los minias.

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En las tragedias, Edipo es víctima de la maldición que lanzó contra el asesino de Layo antes de conocer la verdad. Es desterrado de la ciudad y se vuelve una figura errante. Antígona, su hija, lo acompaña, pues sus otros dos hijos se niegan a apoyarlo. Por esta razón Edipo los maldice. Tras mucho tiempo, Edipo llega a Ática, a la población de Colono, donde muere. Poco antes, un oráculo había declarado que el país donde muriera Edipo sería bendecido por los Dioses. Por esta razón, Creonte y Polinices intentaron convencer a Edipo de que volviese. Pero Edipo, luego de la hospitalidad de Teseo, se negó y quiso que sus cenizas permanecieran en Ática.

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- Grimal, Pierre, (1989). Diccionario de mitología griega y romana. Trad. Francisco Payarols, Barcelona, España: Paidós. (pp146)

- Graves, Robert, (2007). Los mitos griegos I y II. Trad. Esther Gómez Parro, 2001. Madrid, España: Alianza Editorial. (pp4-8)