Medea

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Nieta del Sol (Helio) y de la maga Circe. Hija de Eetes, rey de Cólquide, y de la oceánide Idía. En otras versiones se asegura que su madre es la diosa Hécate. Así lo cree Diodoro, que presenta a Hécate como esposa de Eetes, y a Medea como hermana de Circe.

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Tanto en Roma como en la literatura alejandrina, Medea es el arquetipo de hechicera, rol que se le confiere ya en la tragedia ática y en la historia de los Argonautas. 

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Jasón no podría conquistar el toisón de oro sin la ayuda de Medea. Ella le da el ungüento que lo protege de las quemaduras de los toros de Hefesto y adormece al dragón con su magia. Según Diodoro, hay una tradición que señala a Medea como una princesa con sentimientos humanos, opuesta a su padre, que mandaba a matar a todos los extranjeros que pisaban sus tierras. Encolerizado por la oposición de su hija, Eetes encierra a Medea, aunque ella no tarda en escapar. Su escape justo coincide con la llegada de los Argonautas que desembarcaron en Colco. Medea los recibió y le hizo prometer a Jasón que se casaría con ella si aseguraba el éxito de la misión y ayudaba a apoderarse del vellocino de oro. Jasón aceptó y Medea, utilizando sus conocimientos del país, logró que abrieran el templo donde se guardaba el tesoro, mientras los Argonautas luchaban con los soldados. Esta versión es solo una de muchas interpretaciones de la leyenda.

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Una vez robado el vellocino de oro, Jasón y Medea escaparon junto con los Argonautas. Todas las versiones concuerdan en que Jasón le había prometido a Medea que se casaría con ella. Por eso Medea cometió semejantes crímenes. Por ayudar a Jasón, había traicionado a su patria y a su padre, incluso se llevó a su hermano Apsirto como rehén, al que mató y despedazó para retrasar la persecución de Eetes. 

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El matrimonio de Medea y Jasón se aplazó hasta llegar a Alcínoo, y fue impuesto por Arete, esposa del rey de los feacios. Alcínoo quería entregar a Medea a los emisarios de Eetes, que la buscaban por sus crímenes, pero solo si la hechicera era virgen. Arete advirtió de esto a Medea, y Jasón se unió a ella para salvarla en la gruta de Macris.

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Hesíodo afirma que Medea y Jasón tuvieron un hijo, Medeo. Otros mencionan una hija, Eriopis. Los trágicos les asignan dos hijos: Feres y Mérmero. Y finalmente, Diodoro presenta a Tésalo, Alcímenes y Tisandro.

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De regreso en Yolco con Jasón, Medea se venga de Pelias, quien intentó deshacerse de Jasón al hacerlo buscar el toisón de oro. Convenció a las hijas del rey de que era posible rejuvenecer a cualquiera al hervirlo en cierta composición química. Para probarlo, descuartizó un cordero, lo echó a hervir y a los pocos segundos apareció un corderillo juguetón. Convencidas, las hijas descuartizaron a su padre y lo echaron a hervir en un caldero puesto por Medea. Pero Pelias no volvió a la vida. Tras este homicidio, el hijo de Pelias, Acasto, desterró a Jasón y Medea.

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Eetes era oriundo de Corinto. Allí había un culto de los hijos de Medea, el cual dio origen a la siguiente historia. 

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Jasón y Medea vivieron un tiempo en Corinto, hasta que el rey Creonte quiso casar a su hija con Jasón. Creonte ordenó el destierro de Medea, pero ella logró retrasarlo un día. En ese tiempo planeó su venganza. Impregnó con veneno un vestido, al igual que unas joyas y adornos, y los envió a través de sus hijos a la hija de Creonte. Apenas se los puso, la cubrió un misterioso fuego, al igual que su padre que intentó ayudarla y el palacio donde residían. Mientras tanto, Medea asesinaba a sus propios hijos en el templo de Hera y luego escapó en un carro tirado por caballos alados —obsequio de su abuelo el Sol— rumbo a Atenas. 

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Se dice que Eurípides fue el primero en presentar a Medea como asesina de sus propios hijos. En una versión más antigua, eran lapidados por corintios, en venganza por la muerte del rey y su hija. 

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Medea huyó a Atenas porque, supuestamente, se había conseguido la ayuda de Egeo antes de matar a sus hijos. Le dijo a Egeo que podría darle descendencia si se casaba con ella. También trató, en vano, de provocar la muerte de Teseo cuando él llegó para que su padre lo reconociera. Entonces Medea fue desterrada de Atenas y volvió a Asia, en compañía de Medo, el hijo que tuvo con Egeo. Después volvió a Cólquide, donde Perses ya había destronado a Eetes. Medea asesinó a Perses y le devolvió el reino a su padre.

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Según una antigua tradición, Medea no habría muerto, sino que la habrían llevado a los Campos Elíseos, donde se habría unido con Aquiles.      

 

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- Grimal, Pierre, (1989). Diccionario de mitología griega y romana. Trad. Francisco Payarols, Barcelona, España: Paidós. (pp. 336-338)

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